Movilidad activa para aumentar la habitabilidad

El 22 de septiembre se celebró el Día Mundial sin Coches, un acontecimiento mundial que invita a ciudades y comunidades a explorar la vida sin coches, imaginando un entorno urbano más sostenible. 

A medida que las ciudades crecen, garantizar la accesibilidad, la habitabilidad y la sostenibilidad se convierte en un reto cada vez mayor. Las ciudades europeas han puesto en marcha con éxito iniciativas de accesibilidad que ofrecen valiosas ideas para otras regiones. Un aspecto clave de su éxito consiste en su atención a las infraestructuras adaptadas a los peatones y a las redes de transporte integradas. El cambio hacia la movilidad activa es vital para que Europa cumpla los objetivos de sostenibilidad establecidos en el Pacto Verde Europeo, que se compromete a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero al menos un 55% hasta 2030. 

Para contribuir al cumplimiento de los objetivos climáticos y medioambientales de la UE, así como de los demás objetivos del Pacto Verde Europeo, en abril se publicó la Declaración Europea sobre la Bicicleta. La Declaración refuerza aún más el compromiso Europeo por la movilidad activa al promover el uso de la bicicleta como pilar central de las estrategias de transporte urbano sostenible. 

Por tanto, la necesidad de fomentar la movilidad activa para disminuir la dependencia en los coches para los desplazamientos cortos está clarísima entre las prioridades de la UE. Ciudades como Copenhague y Liubliana dan prioridad a la bicicleta y a los peatones, como demuestran la amplia infraestructura ciclista de Copenhague y el centro urbano sin coches de Liubliana. Este compromiso no sólo alivia la congestión del tráfico, sino que también promueve la movilidad activa y un aire más limpio. 

Sin embargo, reproducir directamente los modelos europeos en otras geografías no siempre es factible. Es crucial adaptar los métodos a los contextos locales. Hay que tener cuidadosamente en cuenta factores como las estructuras urbanas existentes, la densidad de población, las normas culturales y los recursos disponibles. 

El concepto de "la ciudad de 15 minutos" está ganando impulso en muchas ciudades europeas. Este concepto se centra en garantizar que los residentes puedan acceder a los servicios esenciales en 15 minutos a pie o en bicicleta. Este planteamiento no sólo favorece la accesibilidad, sino que también reduce la dependencia en los coches, contribuyendo a un entorno urbano más sostenible. Las ciudades europeas suelen tener tiempos medios más bajos que otras ciudades del mundo. Esta accesibilidad contribuye a mejorar la calidad de vida en los entornos urbanos. 

París ha abrazado el concepto de la ciudad de los 15 minutos. La transformación de las principales calles de la ciudad, como la Rue de Rivoli, en zonas aptas para ciclistas ha incitado a la gente a pasar más tiempo en los comercios locales, impulsando la actividad económica. Además, al dar prioridad a las infraestructuras para peatones y ciclistas, París ha fomentado beneficios sociales, como una mayor cohesión y más interacción entre la comunidad. 

Sin embargo, los problemas de accesibilidad en otras zonas se deben a diversos factores, como infraestructuras inadecuadas, financiación limitada y falta de información. Algunas ciudades carecen de infraestructuras básicas como aceras, carriles bici y señales peatonales accesibles, mientras que otras tienen dificultades para integrar los modos activos de transporte en los sistemas de transporte público. Otros retos importantes son dejar atrás una cultura centrada en el automóvil y abordar los problemas de seguridad que afectan a peatones y ciclistas. 

Para cerrar la brecha entre ideas y su ejecución, recursos como el conjunto de herramientas para modos activos MobiliseYourCity pueden ser de gran valor. Este conjunto de herramientas ofrece orientación técnica, buenas prácticas y herramientas para que las ciudades integren la movilidad activa, reconociendo los retos que plantea la adaptación de los modelos europeos y promoviendo un enfoque a medida. Aprendiendo de las ciudades europeas, adaptando sus éxitos a los contextos locales y utilizando un amplio conjunto de recursos, las comunidades pueden crear entornos más accesibles e inclusivos. 

 

 

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