Movilidad Urbana y Riesgos Climáticos, Antropogénicos y Técnicos
Escrito por Philippe SOHOUENOU, PhD, Chef de projet chez RESALLIENCE & Karim SELOUANE, PhD, CEO et Fondateur de RESALLIENCE
Las ciudades de los países en desarrollo enfrentan desafíos sin precedentes: crecimiento rápido, transición ecológica y vulnerabilidad a eventos climáticos (inundaciones, períodos de sequía, olas de calor y tormentas de viento). Para garantizar una movilidad eficiente y sostenible para sus habitantes, estas ciudades deben implementar medidas para limitar los impactos de los eventos climáticos y el cambio climático en sus infraestructuras y sistemas de transporte. Estas medidas fortalecerán la resiliencia (la capacidad de resistir, recuperarse y adaptarse a condiciones cambiantes) de las infraestructuras y sistemas de transporte urbanos.
El término "condiciones cambiantes" se refiere a eventos climáticos extremos, pero también a eventos causados por el hombre, como siniestros viales o acciones de sabotaje, y fallas técnicas, como el colapso de un puente. La consideración de estos diferentes riesgos, naturales, antropogénicos y técnicos es importante porque pueden acumularse e impactar en su totalidad, por efecto dominó, los usos y funcionalidades de los sistemas urbanos. Por lo tanto, es imposible anticipar todos los escenarios posibles de daño para un lugar específico. En este sentido, la experiencia adquirida en las inundaciones de 2016 en las cuencas del río Sena y el Loira subraya la necesidad de integrar la incertidumbre y la dinámica del riesgo, y modificar constantemente las previsiones de SCHAPI (Servicio Central de Hidrometeorología y Apoyo a la Predicción de Inundaciones) para incorporar nueva información y corregir sus diagnósticos (CGEDD, 2017). Sin embargo, para lograrlo, las escalas de análisis e interdependencia son clave.
Costo generado por infraestructuras no resilientes
En la práctica, las consecuencias de un sistema de transporte no resiliente se pueden entender a través de su costo para la sociedad. El costo de reparar infraestructuras dañadas es uno de los costos generados por eventos extremos. Por ejemplo, el Ministerio de Transporte del Reino Unido estimó en el 2014 que las inundaciones de julio de 2007 ocasionaron costos de reparación entre 40 y 60 millones de libras esterlinas (46 a 70 millones de euros). De manera similar, los daños sufridos por las infraestructuras de transporte de Ouagadougou (Burkina Faso) durante las inundaciones de septiembre de 2009 se estimaron en 4.9 mil millones de francos CFA (7.5 millones de euros) por el Banco Mundial (2011).
Además de los daños y costos de reparación, la congestión e impactos en la movilidad son consecuencias preocupantes de las fallas. De hecho, las fallas a menudo llevan a cierres de carreteras, interrupciones en el tráfico o cierres de líneas de metro durante varios días o incluso semanas en algunas áreas y rutas. Según la Conferencia Europea de Directores de Carreteras (2009), estos eventos son responsables del 10 al 25% de la congestión del tráfico en Europa y constituyen la mayor causa única de falta de fiabilidad en los trayectos.
Los efectos del cambio climático también repercuten en los modos de transporte activos. Por ejemplo, las condiciones para caminar y andar en bicicleta cambian considerablemente en caso de fuertes lluvias, inundaciones u olas de calor, lo que reduce la posibilidad de utilizar estos modos de transporte. Para promover aún más el transporte sostenible y la implementación de medidas de mitigación del cambio climático, es esencial que estas también incluyan medidas de adaptación.
Soluciones y obstáculos para el fortalecimiento de la resiliencia de infraestructuras y sistemas de transporte
Por lo tanto, parece necesario que los actores de la movilidad puedan movilizarse para anticipar mejor los riesgos que afectan a los sistemas de transporte. La primera etapa consiste en tomar conciencia de la necesidad de adaptar las infraestructuras y sistemas de transporte al cambio climático desde ahora y mejorar el conocimiento de los riesgos a los que están expuestos. Sin embargo, en términos políticos y financieros, existen varios obstáculos para invertir en resiliencia: (i) la falta de capacidad de las autoridades nacionales y, sobre todo, locales para planificar, financiar e implementar proyectos de resiliencia; (ii) las dificultades relacionadas con la preparación de proyectos, especialmente el costo inicial; (iii) la falta de confianza del sector privado.
Algunas iniciativas ya están en marcha. RESALLIENCE (una consultora dedicada a la adaptación de proyectos, ciudades, territorios, infraestructuras y sus usos al cambio climático) trabaja en estrecha colaboración con MobiliseYourCity, CODATU y GlobalABC (Alianza Mundial para Edificios y Construcción) para implementar un proyecto financiado por ADEME (Agencia de la Transición Ecológica) con el objetivo de influir en la toma de decisiones a largo plazo e integrar la adaptación al cambio climático. Este proyecto busca identificar los principios que las ciudades y los países pueden seguir para lograr la adaptación de los sistemas de movilidad urbana al cambio climático. Además, se elaborarán pautas para integrar la adaptación al cambio climático en instrumentos de planificación de la movilidad, como los planes de movilidad urbana. Estas pautas se basarán, entre otras cosas, en los "10 principios para una acción efectiva" de la adaptación de edificaciones (2021) de GlobalABC, para proponer un enfoque que combine movilidad, transporte y entorno construido.
Con el desarrollo y la difusión de estos productos, esperamos respaldar la visibilidad de las acciones que permiten que los sistemas de movilidad urbana se adapten al cambio climático. También deseamos contribuir a la formación de las autoridades locales en las ciudades y países miembros de MobiliseYourCity.